miércoles, 30 de enero de 2019

Cierre y despedida, por cambio de rumbo

Hola a tod@s:

siento no haber escrito desde hace tantísimo tiempo. El motivo es importante y siento que conlleva el cierre de mi proyecto Libélula, por el momento, y probablemente de forma definitiva.

Sin embargo, dejaré abierto el blog, ya que es un testigo de parte de mi pasado y sé que puede servir de ayuda a familias que quieran realizar el mismo camino que yo empecé. Por ese motivo, dejaré abierto, pero no contestaré, ya que no voy a estar pendiente del blog.

El motivo del cierre, realmente no es uno solo, sino muchos. Desde la última vez que escribí, en mi familia ha habido sucesos desgraciados que hicieron que no pudiera estar pendiente. Y luego, mi relación con mi pareja se terminó, por lo que la idea de adoptar junto a él lógicamente se fue por la borda junto con todos los planes.

No estéis tristes, ya que ahora mismo mi vida ha mejorado y me siento feliz. Aún sigo sin ser madre, y sé que sigue siendo la ilusión de mi vida, por lo que sé que en algún momento de mi vida lo lograré. Me despido de tod@s vosotr@s deseándoos lo mejor de lo mejor, tanto si estáis en proceso de adopción, como si aún estáis por iniciarlo. Ojalá se cumplan todos vuestros deseos y vuestras familias sean grandes y preciosas como espero que sea la mía.

Un abrazo fuerte y ánimo en este camino siguiendo el hilo rojo del destino.

jueves, 22 de octubre de 2015

2000 visitas! 2000 gracias!!!

Buenas!!

Esta entrada va a ser cortita, y es sólo para daros las gracias por cada vez que habéis entrado a ver mi blog, que ya son  2 mil visitas. Sé que este rinconcito humilde donde me desahogo tampoco es una maravilla y espero irlo mejorando con el tiempo e ir poniendo más información que os sea útil; se aceptan sugerencias, jejeje!!


Tampoco quiero enrollarme, así que muchíiiiiiisimas gracias a tod@s y espero que sigáis disfrutando de este pequeño proyecto, así como lo hago yo haciéndolo. Un saludo muyyyy grandote y un abrazo a tod@s.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Acabo de planteármelo: ¿qué hago?

Buenos días!

Hoy voy a hacer una entrada para aquellos que se acaban de plantear empezar el proceso de adopción, ya sea en Vietnam, en otro país o por nacional. Voy a intentar hacer un "tutorial" de los primeros pasitos que tenéis que dar:

- Encontrar el número de teléfono de vuestra delegación de igualdad, o ir en persona a preguntar por las adopciones (nacionales o internacionales, según estéis interesados en una u otra)

- Allí ya os dicen si ha fecha para la primera reunión informativa. Cuando os den fecha, a esperar y nada más.

- En la reunión os contarán todo lo que queráis saber, y aunque la reunión sea de nacional por ejemplo, también se pueden preguntar dudas de internacional, porque muchas cosas son iguales. Pero generalmente (hasta donde yo sé) se hacen reuniones independientes de nacional e internacional.

- Después de la reunión toca reunir papeles, para abrir el expediente. Cuando lo entreguéis con todo listo, abrirán vuestro expediente y ya sólo queda esperar para que os llamen a hacer el curso de 4 o 5 sesiones.

Estos son los papelajos que piden:

  • fotocopia de los DNI de ambos
  • certificado de empadronamiento de ambos
  • certificado de empresa, vida laboral o similar de ambos
  • certificado médico (del que se compra en la farmacia y lo hace el médico de cabecera) de ambos
  • libro de familia, si estáis casados
  • certificado de nacimiento de ambos


- Curso de 4 o 5 sesiones de formación (en otras comunidades autónomas no sé, en Andalucía son ese número de sesiones).



Ea, este es el principio del proceso, espero que os sirva de algo a quienes estáis dudosos, planteándoos cosas, o empezando. Mucho ánimo en este camino tan tortuoso y tan bonito!!

Gracias por pasaros y comentar.


sábado, 3 de octubre de 2015

Empiezo a hacerme ilusiones...

Buenos días!

Esta vez no tengo por ahora ninguna noticia ni cambio que contaros. Sólo poneros por aquí un par de cosillas que me han encantado.

Llevo un tiempo pensando que todo lo de la adopción era como un sueño, una idea lejana... pero el hecho de rellenar los papeles, haber ido a la primera charla, ahora buscar los papeles que necesitamos... lo veo como más tangible todo. Ahora realmente me estoy haciendo a la idea de que vamos a empezar el camino para ser padres. Y ahora veo también más ilusionado a mi novio, que quiere contra viento y marea una nena; quién me lo iba a decir jejeje!!

Bueno, os pongo el enlace del álbum que compraré en cuanto pueda para nuestro nene. A que es una monada? :P Está genial para papis que estén en proceso de adoptar, para mostrarle al crío sus orígenes, las fotos, comentarios... me encanta!!! De hecho tenía la idea de hacer algo así nosotros mismos, pero este que ya está hecho nos puede servir, además tiene muchos apartados e ideas que no se me habían ocurrido.

Y ahora os enseño un par de cosas que compré ayer. No he podido resistirme. Sé que es pronto, que no hemos empezado aún, que estoy loca perdida, a pesar de que sé que los panda son de China, ya lo sé...... todo lo que me digáis lo sé >.< pero no pude resistirme, con lo que me gustan los pandas, pensando que nuestro nene o nena será asiático, en comprar un par de cositas de panda...

Lo que compré fue: una mantita de apego con texturas, que además tiene sonajero. Una bolsita para meter cosas con pandas, un peluchito y una cabecita de panda, que aunque es para ponerle el nombre a las maletas de viaje, yo la veo monísima para colgarla en una cuna o en un carrito :P

Sé que estoy loca jejeje!!! Prometo no comprar nada más hasta que no tengamos todo esto más en firme, de verdad de la buena.

Bueno, muchas gracias por pasaros, comentar y lo que queráis. Me encanta ver que poco a poco esto va teniendo más visitas.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

"Di a mi hija en adopción y luego intenté ser su madre"

Buenos días!

Tras llevarme un tiempo escribiendo poco, me he propuesto hacer alguna entrada más en el blog, de cosas que os puedan parecer interesantes. A ver si me dura la cosa, que con el colegio tengo poco tiempo últimamente, la verdad...

Bueno, no os molesto más con mis cosas, hoy os voy a dejar una desgarradora historia sobre una madre que decidió dar en adopción a su hija. Sé que yo estoy del otro lado, pero me parece una actitud muy positiva intentar entender todas las partes, para ser feliz en este camino que estamos recorriendo mi novio y yo: cómo pensará el niño, qué habrá pasado la madre biológica... creo que es lo mejor para afrontar la realidad. Espero que os guste. Gracias por pasaros por aquí y si queréis preguntar o comentar, adelante!



La primera vez que mi hija mayor me llamó “mamá”, tenía 17 años.

Íbamos en coche hacia la tumba de mi bisabuela, una idea suya. En algún punto del último tramo, nos encontramos con un viejo edificio de ladrillo con un enorme agujero en su fachada. A través de él, pudimos ver todo el interior. Cautivadas, nos detuvimos.

“Mamá”, dijo, “Uau”.

Tragué saliva.

Había entregado a Eli en adopción el día de su nacimiento. La decisión me persiguió durante años. Entonces, milagrosamente, regresamos la una a la vida de la otra. Lo que empezó con un par de visitas rápidamente se convirtió en un contacto regular e íntimo. Pero gestionar nuestra relación ha resultado ser algo dolorosamente complicado. Di a luz a Eli, pero también la abandoné. Cuando reconectamos, pensé que podríamos volver a convertirnos en una familia. Pero no pudimos, al menos de la forma que yo esperaba.

No pensaba en todo esto cuando volvíamos hacia el coche, sin embargo. En este momento, yo era “mamá”. Eli me estaba pidiendo que entrara. Quería merecérmelo. Pero tenía miedo de volver a fallarle. A veces, no puedes recuperar el tiempo perdido.

Cuando me descubrí embarazada a los 16, me sentí regocijada. Había perdido a mi madre a los 12 y mi padre y yo no teníamos buena relación. Un bebé, pensé, podría curar mi soledad.

Mi novio tenía otras ideas. No se sentía preparado para casarse y ser padre. Y yo no estaba preparada para ser madre soltera. Así que tomé la dolorosa decisión de dar a mi hija en adopción. Un amigo de la familia que habló de una pareja que no podía concebir; les conocí, me gustaron sus sonrisas y les elegí.

En los meses que siguieron al nacimiento de Eli, intenté no pensar mucho en ella. Me mudé de Nueva York a Carolina del Norte y después a Pennsylvania, en un intento de empezar una nueva vida. Pero cada año, cuando recibía una carta de los padres de mi hija, llena de fotos y noticias, mis heridas se abrían de par en par. Leía que a mi hija le gustaban los Teletubbies, las joyas y el maquillaje. Que cada noche rezaba por mí con sus padres. Que la llevaban a misa todos los domingos. Hacía fiestas de pijamas y veía “Las chicas Cheetah”.

Me aferraba a cada palabra de esas cartas, leyéndolas una y otra vez. Las semanas siguientes, anhelaba ver a Eli. Un año, mi hermana y yo incluso condujimos hacia su casa en Nueva York. Aparcamos al otro lado de la calle, agachamos la cabeza tras el salpicadero y vimos una furgoneta naranja aparcar en la entrada del garaje. La madre de mi hija saltó del asiento delantero, luego sacó a mi niñita del coche. Ella saltó, sus rizos marrones bailaron, sujetaba las instrucciones de un juego de construcción en una mano.

Reí y lloré mientras Eli entraba en casa. Pero verla en vivo, saber que era real y feliz, me tranquilizó por una buena temporada.

Cinco años más tarde, recibí una llamada. Mi hija de 10 años quería conocerme. Dije que sí inmediatamente. Pero mientras conducía las tres horas hacia el norte desde mi nueva casa en Pennsylvania, me sentí asustada. ¿Sería capaz de esconder el enfado, el reproche y la tristeza que sentía? ¿Me odiaría mi hija?

Cuando llegué al parque donde habíamos quedado, estaba temblando. Pero Eli calmó mis nervios cuando me saludó con la mano. Una hora más tarde, la seguía en la bici demasiado pequeña que me había prestado hacia los bancos de Susquehanna. “Es mi lugar favorito”, me dijo, pedaleando en círculo. Allí era donde iba a pensar, jugar y vadear el río, fuertemente agarrada a un sauce.

Esa tarde estuve bastante callada. Ella se reía nerviosamente, hablando intermitentemente sobre su bici, sus hobbies y sus amigos del colegio. Cuando fue la hora de marcharme, me preguntó si volveríamos a vernos.

No estaba segura. Aunque había deseado conocer a Eli, me sentía como una desconocida cuando interactuábamos en persona. Era un sentimiento incómodo. Aún así, no podía mirarla a los ojos sin querer complacerla. Por esto, cuando sus padres llamaron un par de semanas más tarde para pedirme otra visita, accedí.

Con el tiempo, nuestras visitas se hicieron habituales. Me encontré con ella y con su madre para comer en el Olive Garden, o con su familia y su mejor amiga en el Chuck E. Cheese’s. Ocasionalmente, Eli empezó a venir a mi apartamento en Reading. Cociné para mi hija, di largos paseos con ella, se quedó a dormir. Cuando me casé, fue mi dama de honor más joven. Cuando nos compramos una casa, nos ayudó en la mudanza.

A pesar de ello, nunca me sentí lo bastante cómoda para besarla en la mejilla, decirle qué colores le quedaban mejor o compartir la bebida con ella. Parecía menos una hija que una sobrina o una buena amiga de la familia.

Entonces tuve una bebé, Sophia. Sophia cambió las cosas para Eli y para mí. Criar a Sophia me sirvió para ver qué me había perdido con Eli. Y Eli pudo ver de primera mano qué le había sido negado. Se volvió hosca, dejó de visitarme tan a menudo.

Pronto, la rabia la consumió. Cuando tenía 13 años, su madre a menudo me llamaba llorando, diciendo que el enfado de Eli era demasiado difícil de soportar. Otra veces, me llamaba Eli llorando, diciendo que odiaba a su familia y que nunca pertenecería allí.

Cuando su madre se fue, dijo que se sintió todavía más sola.

Durante años, luchó con sus sentimientos de abandono y enfado. Después, cuando se graduó en el instituto, tuvo una idea: ¿Podía venir a vivir conmigo? Quizás, pensó Eli, podría entender finalmente cómo era no ser una adoptada sino una hija. Cuatro meses después de cumplir los 18, Eli se mudó con nosotros. Encontró un trabajo de camarera en el restaurante de nuestra calle y se inscribió en la Universidad donde yo enseñaba.La llevé de tiendas y se compró una colcha nueva, sábanas a juego y una lamparilla. Encontró una esquina en la cocina para guardar sus tazas de te favoritas.

Una noche, bajé de puntillas y vi a mi hija Sophia, de 6 años, y a Eli, sentadas en la mesa, sorbiendo te. Sonreí, volví a deslizarme escaleras arriba para escuchar sus voces juntas. Por primera vez en 18 años, me sentí en paz. Mis hijas estaban juntas; éramos como una familia.

Pero no podía durar. Eli estaba demasiado herida y necesitaba más de mí de lo que yo había previsto. Unas semanas más tarde, llegué a casa y me la encontré sentada en el suelo de la habitación, llorando. Cuando le pregunté qué pasaba, me acercó un viejo álbum que su madre le había hecho y miró una foto de ellas juntas, una niñita radiante.

Me di cuenta de que hiciera lo que hiciera, mi casa nunca sería un hogar para Eli. El hogar había estado en otro lugar, con otra persona. Quería creer que podía librarla del dolor, darle suficiente amor para llenar sus vacíos. Pero me había perdido demasiadas cosas.

Dos semanas más tarde, Eli se marchó, diciendo que no podía ser parte de mi familia. Estaba confundida y necesitaba espacio, tiempo lejos de mí. Dejó la universidad, empaquetó sus cosas, y condujo de vuelta al norte, a casa de su padre adoptivo y con sus amigos.

Después de que se fuera, me quedé plantada en su habitación vacía, mirando dentro de su armario. Aunque estaba segura de que no sería lo último que vería de ella, sabía que nunca sería su madre, no de la manera en la que ambas esperábamos que lo fuera. Esta oportunidad, me di cuenta entonces, se había perdido 18 años antes. Nuestros genes compartidos, deseo compartido y amor compartido no podía devolvernos los años que habíamos estado separadas.

Volveré a tener la esperanza de ocupar un lugar en su vida, aprendiendo cómo dejar espacio a su dolor mientras me perdono a mis misma por mi papel en ese dolor, y aprendiendo cómo quererla al a vez que la dejo libre. Quizás esto es de lo que trata la maternidad después de todo.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Nuestra primera reunión, dudas por allí, dudas por allá...

Buenas!!

Este último viernes fue la reunión informativa en Cádiz, si os parece bien os cuento un poco cómo fue la cosa. Espero no aburriros con mis historias :P

Bueno, en primer lugar, tuve que asistir sola, ya que a mi novio no le pudieron dar el día libre en el trabajo; espero que sólo sea esta vez :/ me sentí bastante solita ya que de las otras 5 parejas fueron los dos miembros (lo normal, vaya). A parte de eso, fue una reunión de nacional, ya que de internacional no se están haciendo reuniones porque la persona encargada está de baja (al parecer larga) y como no se cubre... en fin, las maravillas de la burocracia...

Nos atendieron dos personas del equipo de atención al menor y muy bien los dos, muy amables y atentos con nosotros, resolvieron todas las dudas que surgieron. Sobre todo estábamos (hablo en general) preocupados por el tema del tiempo y por la posible influencia de las familias, si querían recuperar al menor.
Con respecto al tiempo (hablo de nacional todo el rato eh?) nos dijeron que en nacional en total serían unos 5 años: desde que se echan los papeles pasan unos 3 años hasta que te valoran para darte el CI y luego otros 2 años para que te den al bebé; poniendo el caso de que se pida el perfil de nene pequeño, de 0-2 o 0-3. Luego si se pone un perfil más amplio de edad, o con necesidades especiales, la cosa cambia, porque según nos dijo el hombre, ese expediente "adelanta puestos", ya que hay menos familias que se ofrecen para niños con necesidades especiales y edades más grandes.
Con lo de la familia, dice que no hay que preocuparse por el hecho de que después de tener al niño, lo reclame la familia, porque una vez llevado a adopción es porque ya han sido agotados todos los recursos de familia extensa y todo eso. Vamos, que por ese lado, nos calmemos y no nos preocupemos. Una vez en casa, es muy complicado que la cosa no salga.

Nos dieron un montón de papelajos para rellenar: la solicitud en sí (yo pedí 2, para hacer la de Vietnam también), un papel para cada uno de la pareja para consentir que miren nuestros antecedentes penales y un papel en el que viene un cuestionario sobre nosotros como pareja, las necesidades especiales o intervalo de edad que queremos... Y todo eso hay que adjuntarlo con los papeles que piden con la solicitud: DNI, padrón, fotografías de los dos... Si alguien lo necesita, le pongo concretamente los papeles que son.


Pues nada, poco más que contaros en cuanto a la reunión. Ahora viene la parte personal, porque no sé, últimamente me han surgido muchas dudas con lo del país y todo lo demás... Total, que hablando con mi novio, hemos llegado ya a un acuerdo de cómo hacerlo.

En principio me asaltaron las dudas en cuanto a si seguir con la idea de Vietnam, o centrarnos en nacional, por el tema del dinero; es un pastizal muy grande. A parte de que me da miedo que las cosas no sean todo lo claras que son en nacional, que nos pueda venir el niño con más enfermedades o problemas de los que parecía en principio, o que sea muy mayor... no sé, me moría de dudas, parece que cuanto más miras, en lugar de aclararte, te asustas más. Pero hablándolo bien, y viendo que a él le hace mucha ilusión que tengamos una niñita asiática (a mí también!!), vamos a abrir a la vez los dos expedientes: nacional y Vietnam. Y como suponemos que el de Vietnam se resuelva antes, mientras esperamos para nacional, lo mismo tenemos suerte y ya tenemos a nuestra niñita (esperemos que sea niña jejeje!!). Cuando nos llamen para valorarnos en nacional, si tenemos ya a la niña, seguimos adelante para darle un hermanito y listo! familia de 4.

Sé que van a ser años de espera, y mucho papeleo y todo eso, pero la idea ya tiene forma. Ahora a tener esperanza de que salga todo bien y en unos añitos hayamos visto aumentada nuestra familia con dos personitas más.

Ganbareh!! (la forma de dar ánimo en japonés) a dar lo mejor de nosotros. Próximo paso: recopilar la pechá de papeles para iniciar los dos expedientes y que nos llamen para el curso de formación. Y a la vez, iniciar el expediente de la boda (ya tenemos fecha para iniciarlo jeje!!) A ver si con suerte nos vemos en unos años así:



Un saludo y gracias por pasaros!!!

miércoles, 16 de septiembre de 2015

La madre biológica... esa figura olvidada

Buenas de nuevo!! Qué tal todo? Nosotros por aquí con el comienzo del nuevo curso ajetreados y pendientes de la próxima reunión informativa :P por lo demás todo bien, la vida sigue su curso, que es como queremos afrontar todo esto.

Acabo de leer un post que me ha dejado impactada; muchas veces nos quejamos de lo difícil que es adoptar, que si muchos pasos, que no sé qué... otras veces pensamos en los traumas, problemas o carencias que haya podido tener el niño... pero pocas veces se habla de los padres biológicos, en concreto de la madre. Esa figura que tuvo en su ser a una vida que tuvo que dejar en manos de otro; tiene que ser tan doloroso... Os dejo aquí esta traducción que muy amablemente han hecho en el blog madre de marte.

1. Odio no poder hablar de ello con la mayoría de la gente.

Los pocos amigos con los que he hablado de ello me han puesto la cara lastimosa de “cáncer”. No sabéis como odio esta jodida cara de lástima. Lo entiendo, la mayoría de la gente no saben qué decir y por esto optan por defecto por “la cara”. ¿Qué sería mejor que “la cara”? Es tan duro para mí hablar de mi experiencia que si la saco, por favor, hazme preguntas. No duele menos si no hablo de ello.

2. Odio que la mayoría de la gente crea que somos drogadictas, maltratadoras, negligentes, analfabetas e ignorantes.

En mi experiencia, la mayoría de la gente asume una de estas cosas sobre nosotras, si no todas. Vale, es cierto en algunos casos, pero apostaría que no en la mayoría. Estos estereotipos hacen incluso más duro hablar de mi dolor. No me puedo sentir cómoda discutiendo asuntos que tienen que ver con la adopción si soy vista como una mamá adicta a las ayudas sociales. En algunos casos, es más fácil para la gente etiquetarnos en este sentido para no tener que enfrentarse al hecho de que somos iguales a los padres adoptivos en muchos sentidos.

3. Odio haber construido estos muros emocionales debido al dolor de dar en adopción a mi hijo.

Dar en adopción a mi hijo mayor ha permeado cada faceta de mi vida. El trauma de no traer a mi bebé a casa hizo cambiar mi cerebro. Mi cerebro está intentando protegerme de la posibilidad de sentir este dolor alguna otra vez. No puedo derribar estos muros. Quiero a mis hijos y a mi marido más de lo que puedo explicar, pero sé que hay una parte de mí que espera que me abandonen. Ser una madre de nacimiento me ha convertido en una pesimista eterna, siempre esperando que caiga la otra zapatilla. Soy incapaz de aceptar y experimentar plenamente momentos felices en mi vida porque siempre estoy buscando “el problema”. Sigo esperando que suceda algoque haga volver el dolor. Vivir así es un horror.

4. Odio que otra persona esté criando a mi hijo.

Egoísta, ¿verdad? Experimentar la alegría de ver crecer a mis otros tres hijos me ha hecho consciente de todo lo que me he perdido con mi hijo mayor. Cuando le di en adopción pensé que cuando tuviera “mis propios hijos” no le echaría tanto de menos. Al menos, esto me hicieron creer. Puedo contaros que es exactamente lo contrario. Tener “mis propios hijos” me ha hecho añorarlo más.

5. Odio no saber si mi hijo es feliz.

Realmente no tengo ni idea. Sólo he tenido contacto con su madre una vez en 14 años desde que renuncié a él. Sólo conozco el punto de vista y la perspectiva de ella. Si él no es feliz, dudo que ella me lo contara. Y cuando digo feliz, no quiero decir “la la la que día tan bonito y me encanta jugar fuera”. Quiero decir en un nivel primario. Feliz con su vida hasta ahora. Feliz de estar vivo. Suena tan fuera de lugar no saber qué siente la carne de mi carne sobre su propia vida.

6. Odio que mi hijo no conozca su historia de nacimiento.

No tengo ni idea de qué le han contado a mi hijo sobre cómo llegó al mundo. Cómo llegué al mundo es una parte tan importante de quién soy. Sé por mi propia madre cómo fue su parto, cómo me quiso y se sintió apegada a mí instantáneamente, y lo agradecida que estuvo de tenerme. ¿Cómo puede ser para mi hijo? ¿Sabe que yo me sentí apegada a él desde que nació? ¿Sabe que le cogí y le mantuve conmigo hasta dos días después de nacer? ¿Sabe que le quise? ¿Le importa? ¿O es algo que no le concierne en absoluto? ¿La única historia pertinente para él es la de cómo sus padres llegaron a criarle? No lo sé.

7. Odio que ser una madre de nacimiento haya hecho tan imposible para mí expresar mis emociones.

Esto es lo que sucede: algo en mi vida es difícil, una situación o una relación. En vez de enfrentarme a mis sentimientos en el momento en el que sucede, los meto tan al fondo de mi alma y me niego a aceptar que tengo alguna emoción al respecto. Estas cosas pueden ser pequeñas o grandes, la forma en la que me relaciono con ellas es la misma. Sigo adelante y ¡BUUM!, un derrame explosivo de rabia y emoción estalla hacia los que me rodean, que no tienen ni idea de por qué estoy tan afectada. La manera cómo gestiono mis emociones tiene relación directa con ser una madre de nacimiento.

8. Odio ser incapaz de encontrar un terapeuta calificado que me pueda ayudar a gestionar estos asuntos.

La pérdida de la adopción no es la misma que otras pérdidas. No digo que sea peor o más fácil pero no es lo mismo que ver morir a un hijo. Es un tipo especial de dolor relacionado con una experiencia increíblemente dolorosa e interminable. No se cierra nunca. Mi hijo aún camina por algún lugar. Hasta hoy, aún no he sido capaz de encontrar un terapeuta especializado en postadopción. Sí, he recibido asesoramiento post-adoptivo (si se le puede llamar así) justo después del parto. Pero este asesoramiento sólo funciona a corto plazo. Los efectos a largo plazo están enormemente indocumentados y se deben estudiar muchísimo más. He tenido terapeutas que me han dicho que tengo que superarlo y seguir con mi vida, como si fuera un hecho aislado que me hubiera sucedido en el pasado y necesitara básicamente pasar página. Perder a mi hijo al darlo en adopción no fue un hecho aislado , es una cadena continua de emociones que el tiempo solo parece amplificar.

9. Odio oír a los amigos exagerar la pérdida de los padres cuando una adopción “no se culmina”.

Siento empatía por la gente que no puede tener hijos. Pero cuando oigo a la gente decir que su proyecto de adopción ha fracasado, mi mente va hacia la madre que decidió criar a su hijo, y sólo quiero gritar ¡Yuju! Por supuesto, no soy una completa gilipollas y no lo hago. Pero honestamente, no puedo ignorar la manera cómo estos amigos hablan de sus adopciones potenciales. ¿Por qué no se dan cuenta de que insertándose en el embarazo de una madre que espera sólo se están buscando un infarto? ¿Por qué no ven que involucrarse tanto antes de la firma de los papeles sólo es una forma de coaccionar a la madre? No puedo decir estas cosas porque si lo hago, me dicen que hablo sólo desde mi propia experiencia y ¿por qué estoy tan enfadada, en cualquier caso? Bueno, yo no veo por qué VOSOTROS estáis tan enfadados por no poder criar al niño de otra persona.

10. Odio odiarme a mi misma.

Me odio por no tener fuerza de carácter. Me odio por ser una persona tan complaciente que renuncié a mi propio hijo. Me odio por haber creído tanto tiempo las mentiras sobre la adopción. Me odio por haber creído que otras personas serían mejores padres para mi hijo. Me odio por no haber creído en mi misma. Me odio por no haber explorado cada opción disponible para convertirme en madre. Me odio por haber abandonado a mi hijo.



Qué deciros a todas vosotras que gracias por ser tan valientes y por regalarnos vuestros tesoros más valiosos.