miércoles, 16 de septiembre de 2015

La madre biológica... esa figura olvidada

Buenas de nuevo!! Qué tal todo? Nosotros por aquí con el comienzo del nuevo curso ajetreados y pendientes de la próxima reunión informativa :P por lo demás todo bien, la vida sigue su curso, que es como queremos afrontar todo esto.

Acabo de leer un post que me ha dejado impactada; muchas veces nos quejamos de lo difícil que es adoptar, que si muchos pasos, que no sé qué... otras veces pensamos en los traumas, problemas o carencias que haya podido tener el niño... pero pocas veces se habla de los padres biológicos, en concreto de la madre. Esa figura que tuvo en su ser a una vida que tuvo que dejar en manos de otro; tiene que ser tan doloroso... Os dejo aquí esta traducción que muy amablemente han hecho en el blog madre de marte.

1. Odio no poder hablar de ello con la mayoría de la gente.

Los pocos amigos con los que he hablado de ello me han puesto la cara lastimosa de “cáncer”. No sabéis como odio esta jodida cara de lástima. Lo entiendo, la mayoría de la gente no saben qué decir y por esto optan por defecto por “la cara”. ¿Qué sería mejor que “la cara”? Es tan duro para mí hablar de mi experiencia que si la saco, por favor, hazme preguntas. No duele menos si no hablo de ello.

2. Odio que la mayoría de la gente crea que somos drogadictas, maltratadoras, negligentes, analfabetas e ignorantes.

En mi experiencia, la mayoría de la gente asume una de estas cosas sobre nosotras, si no todas. Vale, es cierto en algunos casos, pero apostaría que no en la mayoría. Estos estereotipos hacen incluso más duro hablar de mi dolor. No me puedo sentir cómoda discutiendo asuntos que tienen que ver con la adopción si soy vista como una mamá adicta a las ayudas sociales. En algunos casos, es más fácil para la gente etiquetarnos en este sentido para no tener que enfrentarse al hecho de que somos iguales a los padres adoptivos en muchos sentidos.

3. Odio haber construido estos muros emocionales debido al dolor de dar en adopción a mi hijo.

Dar en adopción a mi hijo mayor ha permeado cada faceta de mi vida. El trauma de no traer a mi bebé a casa hizo cambiar mi cerebro. Mi cerebro está intentando protegerme de la posibilidad de sentir este dolor alguna otra vez. No puedo derribar estos muros. Quiero a mis hijos y a mi marido más de lo que puedo explicar, pero sé que hay una parte de mí que espera que me abandonen. Ser una madre de nacimiento me ha convertido en una pesimista eterna, siempre esperando que caiga la otra zapatilla. Soy incapaz de aceptar y experimentar plenamente momentos felices en mi vida porque siempre estoy buscando “el problema”. Sigo esperando que suceda algoque haga volver el dolor. Vivir así es un horror.

4. Odio que otra persona esté criando a mi hijo.

Egoísta, ¿verdad? Experimentar la alegría de ver crecer a mis otros tres hijos me ha hecho consciente de todo lo que me he perdido con mi hijo mayor. Cuando le di en adopción pensé que cuando tuviera “mis propios hijos” no le echaría tanto de menos. Al menos, esto me hicieron creer. Puedo contaros que es exactamente lo contrario. Tener “mis propios hijos” me ha hecho añorarlo más.

5. Odio no saber si mi hijo es feliz.

Realmente no tengo ni idea. Sólo he tenido contacto con su madre una vez en 14 años desde que renuncié a él. Sólo conozco el punto de vista y la perspectiva de ella. Si él no es feliz, dudo que ella me lo contara. Y cuando digo feliz, no quiero decir “la la la que día tan bonito y me encanta jugar fuera”. Quiero decir en un nivel primario. Feliz con su vida hasta ahora. Feliz de estar vivo. Suena tan fuera de lugar no saber qué siente la carne de mi carne sobre su propia vida.

6. Odio que mi hijo no conozca su historia de nacimiento.

No tengo ni idea de qué le han contado a mi hijo sobre cómo llegó al mundo. Cómo llegué al mundo es una parte tan importante de quién soy. Sé por mi propia madre cómo fue su parto, cómo me quiso y se sintió apegada a mí instantáneamente, y lo agradecida que estuvo de tenerme. ¿Cómo puede ser para mi hijo? ¿Sabe que yo me sentí apegada a él desde que nació? ¿Sabe que le cogí y le mantuve conmigo hasta dos días después de nacer? ¿Sabe que le quise? ¿Le importa? ¿O es algo que no le concierne en absoluto? ¿La única historia pertinente para él es la de cómo sus padres llegaron a criarle? No lo sé.

7. Odio que ser una madre de nacimiento haya hecho tan imposible para mí expresar mis emociones.

Esto es lo que sucede: algo en mi vida es difícil, una situación o una relación. En vez de enfrentarme a mis sentimientos en el momento en el que sucede, los meto tan al fondo de mi alma y me niego a aceptar que tengo alguna emoción al respecto. Estas cosas pueden ser pequeñas o grandes, la forma en la que me relaciono con ellas es la misma. Sigo adelante y ¡BUUM!, un derrame explosivo de rabia y emoción estalla hacia los que me rodean, que no tienen ni idea de por qué estoy tan afectada. La manera cómo gestiono mis emociones tiene relación directa con ser una madre de nacimiento.

8. Odio ser incapaz de encontrar un terapeuta calificado que me pueda ayudar a gestionar estos asuntos.

La pérdida de la adopción no es la misma que otras pérdidas. No digo que sea peor o más fácil pero no es lo mismo que ver morir a un hijo. Es un tipo especial de dolor relacionado con una experiencia increíblemente dolorosa e interminable. No se cierra nunca. Mi hijo aún camina por algún lugar. Hasta hoy, aún no he sido capaz de encontrar un terapeuta especializado en postadopción. Sí, he recibido asesoramiento post-adoptivo (si se le puede llamar así) justo después del parto. Pero este asesoramiento sólo funciona a corto plazo. Los efectos a largo plazo están enormemente indocumentados y se deben estudiar muchísimo más. He tenido terapeutas que me han dicho que tengo que superarlo y seguir con mi vida, como si fuera un hecho aislado que me hubiera sucedido en el pasado y necesitara básicamente pasar página. Perder a mi hijo al darlo en adopción no fue un hecho aislado , es una cadena continua de emociones que el tiempo solo parece amplificar.

9. Odio oír a los amigos exagerar la pérdida de los padres cuando una adopción “no se culmina”.

Siento empatía por la gente que no puede tener hijos. Pero cuando oigo a la gente decir que su proyecto de adopción ha fracasado, mi mente va hacia la madre que decidió criar a su hijo, y sólo quiero gritar ¡Yuju! Por supuesto, no soy una completa gilipollas y no lo hago. Pero honestamente, no puedo ignorar la manera cómo estos amigos hablan de sus adopciones potenciales. ¿Por qué no se dan cuenta de que insertándose en el embarazo de una madre que espera sólo se están buscando un infarto? ¿Por qué no ven que involucrarse tanto antes de la firma de los papeles sólo es una forma de coaccionar a la madre? No puedo decir estas cosas porque si lo hago, me dicen que hablo sólo desde mi propia experiencia y ¿por qué estoy tan enfadada, en cualquier caso? Bueno, yo no veo por qué VOSOTROS estáis tan enfadados por no poder criar al niño de otra persona.

10. Odio odiarme a mi misma.

Me odio por no tener fuerza de carácter. Me odio por ser una persona tan complaciente que renuncié a mi propio hijo. Me odio por haber creído tanto tiempo las mentiras sobre la adopción. Me odio por haber creído que otras personas serían mejores padres para mi hijo. Me odio por no haber creído en mi misma. Me odio por no haber explorado cada opción disponible para convertirme en madre. Me odio por haber abandonado a mi hijo.



Qué deciros a todas vosotras que gracias por ser tan valientes y por regalarnos vuestros tesoros más valiosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario